Dhanalakshmi, la hija de una pionera

“Nunca había visto a una mujer conducir un rickshaw, solo había visto hombres, y ahora es mi propia madre quien lo conduce”. Son las palabras de admiración y orgullo de Dhanalakshmi, una joven de 14 años que estudia 9º curso y vive en la India rural. Su madre, Nagalakshmi, es una de las 23 mujeres de la primera promoción de conductoras de rickshaw (mototaxi), una iniciativa del programa de Apoyo a Madres Solas y en Situación de Vulnerabilidad de la Fundación Vicente Ferrer. Nagalakshmi es viuda y tiene a su cargo a toda la familia: su hijo Dhanujaya, su hija Dhanalakshmi y su madre. Ahora tendrá un empleo que les aportará una fuente de recursos económicos estable.
Dhanalaskshmi se siente muy orgullosa de su madre, pero no todo ha sido fácil desde un inicio. “Cuando mi madre quería aprender a conducir le dijimos que no lo hiciera. Pero después de las primeras clases nos dijo que había disfrutado mucho y entonces la animamos a seguir. Pensé que si aprendía a conducir, podría continuar con la venta de guayabas, pero ya no dependería de otras personas para ser independiente”. Además, el nuevo oficio de su madre también beneficia a todo el pueblo. “Aquí el transporte es complicado. Mi madre y su rickshaw ayudan a mejorar la situación.”
“Me gusta mucho que mi madre conduzca porque puede ser una inspiración para otras mujeres”, confiesa Dhanalaskshi. Y es que este grupo de conductoras se ha convertido en un referente en la zona y están conquistando espacios en los que tradicionalmente no eran aceptadas por el hecho de ser mujeres. En la India rural, las mujeres viudas son consideradas símbolo de mala suerte y a menudo excluidas de la comunidad, aunque esto está cambiando entre las nuevas generaciones.

A Dhanalakshmi le gustaría ser maestra. “También me encantaría competir en judo a nivel nacional. El profesor de mi escuela nos enseña técnicas y me gusta mucho”. Sigue los pasos de su madre y se podría afirmar que de tal palo tal astilla, porque es una joven decidida y dispuesta a luchar por lo que quiere. Su madre se enfrentó a las negativas de su abuela y a los recelos de su comunidad cuando decidió que quería ser conductora de rickshaw y ella quiere practicar judo a pesar de los impedimentos.
Estaba tan segura de lo que quería que se cortó el pelo para competir y esos mechones de menos fueron motivo de gran enojo para su madre. “Me siento fuerte practicando judo. Los vecinos le dicen a mi madre que no me deje competir porque no me concentraré en los estudios, pero no me parece justo. A ella le preocupa que esté demasiado delgada, que no tenga fuerza y que si algún día compito tenga que irme lejos” dice mientras sonríe y la abraza. “Ella no hizo caso a mi abuela cuando le dijo que no era necesario que una mujer aprendiera a conducir un rickshaw. ¿Por qué yo no puedo practicar judo?”.
Para conseguir su sueño, cuenta con dos cómplices: su hermano Dhanujaya y su mejor amiga Anjali, con los que practica a menudo sus mejores llaves. También tiene un gran amigo y compañero de cuatro patas, su perro Raju, que la acompaña cada día en sus aventuras e incluso ya sabe lo que es viajar en una mototaxi.

Dhanalakshmi es muy consciente de la importancia de la educación y está convencida de que puede combinar ambas facetas: estudiar y ser judoca. “Cuando mi madre era pequeña, las niñas trabajaban en el campo. Si las chicas estudiamos obtenemos reconocimiento y la gente nos respeta. Todo el mundo dice que una chica que ha estudiado tendrá un buen futuro. Gracias a la educación podemos ayudar a otras personas y ser una inspiración para ellas”.
A pesar del progreso en el acceso a la educación de niñas y jóvenes, la UNESCO destaca que la igualdad de género en la educación sigue sin alcanzarse. Si le preguntas a Dhanalakshmi qué es necesario para llegar algún día al destino de la igualdad lo tiene muy claro: estudiar y ser fuerte.
“Lo importante no es ser mejor que otras personas, sino ser mejor que ayer” es uno de los lemas de Jjigoro Kano, creador del judo. Dhanalakshmi y Nagalaskshmi son un claro ejemplo de ese afán por aprender y prosperar. Ellas conducen su propio destino.
Texto: Ana Belén Cañaveras | Imágenes y entrevista: Katia Álvarez Charro y Aina Valldaura Rivera | Edición de vídeo: Bárbara Mompó Salvador