Educación, la mejor herencia

Bhargavi no quiere casarse. Al menos, no todavía. En los últimos años, ha visto cómo sus amigas, una tras otra, se comprometían y abandonaban Thimmanna Kottala, su aldea, para irse a vivir con las familias de sus maridos. Con su marcha, muchas renunciaron también a un sueño: estudiar.
Cada vez que Bhargavi se despedía de una, se preguntaba cuándo llegaría su turno. Sin embargo, su padre siempre estaba ahí para confortarla. “Los padres de mis amigas empezaron a organizar sus bodas y a mandarlas a casa de sus esposos. Nosotras somos tres hermanas. Ninguna familia puede permitirse pagar nuestra educación, pero mi padre quería hacerlo para asegurarnos un buen futuro”, cuenta.
Cuando la segunda ola de la covid llegó a la India, a Bhargavi se le cayó el mundo encima. Su padre falleció. Repentinamente, a su madre empezaron a llegarle voces para que casara cuanto antes a Bhargavi y a sus hermanas más pequeñas, ambas menores.
“Mucha gente del pueblo me ha dicho que tenía que apresurarme y casar a mis hijas, pero yo seguiré dándoles una educación mientras pueda”, explica Neelamma, madre de Bhargavi.
Su sueldo de jornalera apenas les permite llegar a fin de mes. Además, desde que enviudó, encontrar trabajo es todavía más complicado para esta joven madre. En la India rural, se cree que las mujeres viudas traen mala suerte y nadie quiere contratarlas. Esta superstición, fuertemente arraigada, las condena al ostracismo y arrastra a toda la familia a vivir en la pobreza.
“Trabajaré horas extra en el campo, pediré préstamos y haré todo lo que sea necesario para cumplir el sueño de mis hijas, de mi marido y también mío. Las familias dejan en herencia todo lo que han ganado en vida. En nuestro caso, quiero darles educación. Esa es mi herencia”, afirma. En el hogar, una foto del difunto padre de Bhargavi preside la estancia principal. Sus últimas palabras resuenan con fuerza en la mente de su hija mayor.
La ONU estima que 222 millones de estudiantes en el mundo necesitan apoyo escolar urgente. De estos, 78 millones se encuentran sin escolarizar y la mayoría son niñas. Las menores sin educación están más expuestas a matrimonios y embarazos precoces, así como al trabajo infantil.
ACTÚA por una vuelta escolar también para ellas.
Texto: Eva Galindo Soriano | Foto: Aina Valldaura y Albert Uriach