Juan García Armengol (cirujano voluntario): “Mis pacientes de la India me impulsan a seguir mejorando”

• Coordina a un grupo de cirujanos colorrectales españoles que asiste de manera altruista a pacientes con graves dolencias intestinales en Anantapur, complicadas por la pobreza y falta de atención médica

• Su proyecto “Cirugía de estomas para una vida digna”, realizado con la doctora María García Gausi, sobre la población a la que asisten en Anantapur, ha sido reconocido con dos prestigiosas becas, la Dr. Benjamin Narbona para Cooperación Humanitaria en Coloproctología y la beca Medtronic de Proyectos Solidarios en Coloproctología.
Juan García Armengol, cirujano digestivo
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Juan García Armengol (Valencia, 1965) es un eminente cirujano de Valencia, un profesional todoterreno, solidario y humanista. Codirige el Centro Europeo de Cirugía Colorrectal del Hospital Vithas Valencia 9 de Octubre y se ha formado en Reino Unido,  Estados Unidos e Italia. A todo esto hay que sumarle su labor docente y un doctorado en filosofía, una de sus grandes pasiones. Hace casi 20 años que colabora con la Fundación Vicente Ferrer, después de que el propio Vicente Ferrer le pidiera expresamente cuidar de los pacientes de Bathalapalli como lo hacía con los que asistía en España. Este dharma  perdura con más fuerza si cabe 13 años después de la muerte del filántropo catalán. Armengol ha mejorado la calidad de vida de centenares de personas que sufrían en silencio enfermedades colorrectales como fístulas, cánceres intestinales o complicaciones tras los partos, personas que ignoran su salud porque no pueden costeársela, ni pueden permitirse un día sin sueldo o sin atender a la familia. Viaja dos veces al año a la India. Con su equipo y los doctores de la India, organizan campañas de detección y diagnóstico en las aldeas para planificar las cirugías necesarias que practicarán en el hospital de la Fundación Vicente Ferrer.

Armengol es uno de esos héroes de carne y hueso que no sabe que lo es. No solo salva vidas, sino que multiplica este “superpoder” formando a médicos indios que, como él, construyen sus sueños sobre el sólido cimiento de dejar un mundo mejor.

¿Desde cuándo colaboras con la Fundación?
Conocí a la Fundación Vicente Ferrer gracias a su Programa de Apadrinamiento a finales de la década de los 90. Siempre me llamó la atención y valoré mucho sus proyectos de ayuda en distintos áreas realmente vitales, que se focalizaban en una zona concreta de la India rural y más desfavorecida. Quise concretar mi vocación y la necesidad de ayuda de tantas zonas desfavorecidas a través de mi trabajo como cirujano. Así, cuando ya había adquirido una experiencia amplia en cirugía colorrectal, en diciembre de 2004 mandé un proyecto de trabajo al Área de Sanidad de la FVF. Se centraba en la cirugía colorrectal con dos objetivos: el primero ofrecer asistencia a los pacientes y el segundo formar a los cirujanos del Hospital de Bathalapalli. Un mes después, ya tenía una respuesta de la FVF, en la que mostraron su interés en el proyecto dado que la población  en Anantapur tenía graves problemas colorrectales y perineales difíciles de solucionar.

¿Cuál es el diagnóstico más común entre los pacientes que visitas y por qué es la pobreza un factor determinante? 
Fundamentalmente en el marco de la cirugía reconstructiva, debido a la alta prevalencia de fístulas de ano y rectovaginales muy complejas. Muchas de estas lesiones eran secundarias a procesos sépticos crónicos a nivel perianal y anorrectal y tras graves lesiones anovaginales y perineales, fundamentalmente tras traumatismos obstétricos durante el parto, en las que se asociaba a menudo la existencia de incontinencia fecal severa. La pobreza agrava estos problemas dado que las consultas se realizan de forma tardía, en ocasiones la atención al parto no es adecuada, generando una situación clínica y una afectación social muy severa. En estos casos, la resolución de estas graves patologías se hace aún más complicada.

Buena parte de tus intervenciones tienen que ver con el mal mantenimiento del estoma. ¿Cómo trabajan con los pacientes?
Este es un problema realmente grave, que ha sido el objetivo de nuestro último proyecto en Anantapur. La población pobre no se puede permitir dispositivos para recoger las heces, que sean higiénicos y mínimamente dignos, dado que su costo es considerable para ellos. Así, los sustituyen por dispositivos muy baratos pero realmente terribles por su mala calidad y sobre todo por sus consecuencias en las personas afectadas, con múltiples escapes fecales inadvertidos y grandes lesiones cutáneas alrededor del estoma. Por todo ello, nuestro trabajo se centra en primer lugar en la enseñanza de los cuidados de los estomas, en poder ofrecer a los pacientes dispositivos modernos que les permitan al menos una vida digna, en tratar las complicaciones que aparecen en estos pacientes y siempre que sea posible realizar una intervención quirúrgica que puede ser compleja para poder realizar la reconstrucción intestinal y que el paciente ya no necesite un estoma.  

Además de tu aportación médica, ¿qué crees que estás aportando a la población de la India?
Quizás intento aportar humildad en el trato a los pacientes, para que no me vean como una persona lejana, al que deben un respeto extremo. Intento transmitirles cercanía y esperanza y siento que los pacientes lo agradecen. Lo veo reflejado profundamente en sus caras y en sus gestos. Pero sinceramente, conocer y ayudar en la medida que puedo en el gran trabajo que iniciaron Vicente y Anna Ferrer, ha hecho que los pacientes me aporten a mí también muchísimo, no sólo me dan una felicidad sin igual, me ayudan y me dan ánimo para intentar seguir mejorando y trabajar todo lo que puedo para conseguir la máxima eficacia posible. 

En la India rural hay dificultades para encontrar médicos. ¿Cómo valoras el trabajo de tus colegas de la Fundación? 
El trabajo de mis colegas en el Hospital de Bathalapalli, en concreto el de los dos cirujanos más senior, a los que realmente quiero y considero grandes amigos, es increíble y sorprendente. Con el doctor Sudheer trabajo desde el 2005, y me une una gran amistad personal que comparten nuestras familias. Al doctor Paul, que es un poco más joven, le he visto crecer en los últimos 15 años y siempre he intentado ayudar en su formación. Hoy día estoy muy orgulloso de ver que es el actual jefe del Departamento de Cirugía. Ambos tomaron la decisión de sacrificar un sueldo mucho mayor en hospitales privados más exclusivos, por su vocación de ayudar a su propio pueblo y se han mantenido en una zona rural realmente pobre y desfavorecida. Ellos sí tienen un gran mérito pues han sacrificado cosas que nosotros mantenemos en España. Tengo una comunicación regular con ellos, durante todo el año por teléfono, e-mail o whatsapp, y esta se hace muy intensa durante los dos viajes anuales que hacemos y que llamamos “Colorectal Camp”. Durante 10 días de trabajo intensivo ellos reúnen el máximo número de pacientes para ser diagnosticados, en casos especiales, y realizar tratamientos quirúrgicos programados. Así, en cada estancia, además de realizar una labor de formación a todos nuestros compañeros cirujanos y residentes de cirugía del Hospital de Bathalapalli, efectuamos una media de 70 a 80 intervenciones quirúrgicas en total.

Conociste bien a Vicente Ferrer. ¿Qué recuerdo tienes de él?
Era una persona increíble, tenía un espíritu de trabajo realmente sorprendente, y siempre mantenía un grandioso ánimo y esperanza en los proyectos, se le veía enamorado del  Hospital de Bathalapalli, y a mí me hacía muy feliz aportar mi granito de arena. Un día, en 2005, tras charlar sobre los ahorros que RDT (por Rural Development Trust, como se conoce la Fundación Vicente Ferrer en la India) tenía para mantener al máximo rendimiento los hospitales de la Fundación, a pesar de los riesgos que se podían tener ante una falta de ayuda puntual desde España, me pregunto muy seriamente algo increíble para mí en ese momento: “¿Puedes realmente ofrecer a los pacientes del Hospital de Bathalapalli, lo mismo que ofreces a tus pacientes en Valencia?” Aquella pregunta me impresionó, casi no sabía qué contestar, pero saqué ánimo y fuerza y le dije: “Lo intentaré todo lo que pueda”. Desde ese día, ya podéis comprender cuál ha sido el sentido de mi trabajo en India, pues lo recuerdo constantemente, ¡y siempre me emociona y me estimula con una fuerza que era realmente la suya! 

Por todo ello, durante todos estos años, he tenido muy presente siempre el dharma de RDT que podíamos leer por ejemplo en el pequeño auditorio próximo a la antigua cantina del Hospital de Bathalapalli, donde durante muchos años realizábamos las sesiones clínicas durante nuestras estancias. Os lo recuerdo, pues lo veo muy importante y yo personalmente intento no olvidarlo nunca: 1. Preocuparse por las personas más pobres y necesitadas 2. El trabajo más allá del deber 3. La búsqueda de la excelencia 4. Ayudar al mayor número de personas empobrecidas posibles.
    
¿Qué te aporta personalmente tu voluntariado?
He tenido la inmensa fortuna de recibir una gran paz y felicidad, fundamentada en el ejemplo del trabajo de Vicente y Anne Ferrer, pues me dan siempre la esperanza de que esa revolución silenciosa es posible y este mundo puede ser muy distinto del que es.