Las altas temperaturas ponen en peligro la salud de la infancia

• El jefe de Pediatría del hospital de la FVF advierte del aumento exponencial de recién nacidos y menores con fiebre tifoidea, hepatitis A y diarreas en los periodos de verano
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"Desde que empecé a trabajar en el hospital de Bathallapalli hace casi diez años he podido ver cómo con la llegada del verano aumenta el número de pacientes y de patologías, especialmente entre los más pequeños”, explica el doctor Dasarath, jefe de Pediatría del centro.

Una de las consecuencias más graves es la falta de agua y, más aún, la falta de agua potable. “Las personas tienen que beber para vivir y cuando no hay agua limpia disponible, se ven obligadas a beber agua sucia. Además, durante las vacaciones de verano los niños y las niñas pasan más tiempo jugando fuera de casa y el no tener agua limpia para algo que parece tan sencillo como lavarse las manos supone que en la unidad de pediatría nos enfrentemos cada verano a un aumento en los casos de fiebre tifoidea y hepatitis A, así como de gastroenteritis y problemas de piel”, explica.

La conexión entre el cambio climático y la salud aún va más allá, afectando incluso a quienes apenas han cumplido unos días de vida. “Los recién nacidos se enfrentan a severas deshidrataciones. Las altas temperaturas y su piel fina provocan que rápidamente pierdan líquidos y bajen de peso drásticamente. Además, esto implica severas enfermedades renales: cuando el cuerpo no tiene suficiente agua, los riñones no reciben el volumen de sangre necesario para llevar a cabo sus funciones depurativas, con el consiguiente riesgo que supone para su vida”, explica.

En una de las zonas de espera del mismo hospital donde trabaja el Dr. Dasarath, Geetanjali, una joven madre que hace tan solo unos días ha dado a luz a su primera hija, lo explica con un brillo de preocupación en los ojos: “yo había tenido un embarazo muy tranquilo, desde el primer mes acudí a revisiones periódicas, todo estaba bien y también el parto fue sin complicaciones. Incluso podría decir que no sentía el calor, estaba demasiado concentrada en que mi pequeña creciese bien. Sin embargo, al nacer, algo cambió. Los médicos se dieron cuenta de que mi bebé no hacía pipí y tenía fiebres altas. Comenzaba a deshidratarse y uno de sus riñones dejó de funcionar”, relata. Ahora su hija lleva dos semanas ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN) de Bathallapalli, pero Geetanjali habla tranquila. “Cada día el doctor Dasarath me informa de su evolución y hace ya unos días que, aunque lentamente, ha empezado a mejorar. Confiamos en que dentro de poco podamos irnos, por fin, juntas y sanas a casa”, dice con una sonrisa esperanzadora.

El caso de Geentanjali y su hija no es el único. “Ocurre mucho más a menudo de lo que debería, especialmente en verano”, lamenta el pediatra. “Desde hace años monitorizamos exhaustivamente a los bebés durante tres días, mantenemos en cuidados intensivos los casos de riesgo e incluso hemos hecho una pequeña investigación sobre la solución de rehidrataciones orales. También pintamos los techos con pintura blanca termo-aislante, pero nada de esto es en realidad una solución como tal”, añade. “La solución real pasa por poner el foco en el medioambiente, tomar medidas efectivas para bajar la temperatura del planeta y plantar más árboles”, asegura. “La mayor parte de pacientes que ingresan por golpes de calor viven en zonas donde hay pocos o casi ningún árbol. También la sensibilización entre la población para concienciar sobre las medidas de prevención es fundamental”, añade.

Este jefe de Pediatría lo tiene claro: “el problema medioambiental que enfrentamos nos pone a todos y a todas en riesgo. Es una situación de emergencia climática que afecta especialmente a las personas más vulnerables, y debería ser nuestra prioridad ponerle freno”, asegura.


Texto: Katia Álvarez Charro | Foto: Cristóbal Sánchez