Marta García: “Los beneficios y la felicidad de ser voluntaria superan cualquier dificultad”

Lidera un proyecto de formación profesional para jóvenes con discapacidad intelectual en un centro de la FVF
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Marta García (Albacete, 1989) es licenciada en Historia, graduada en Integración Social y ha hecho participado en un proyecto de capacitación profesional de personas con discapacidad intelectual. El objetivo es impulsar la autonomía e inclusión de este colectivo a través del aprendizaje de un oficio adecuado al entorno y contexto en el que viven.

Los buenos resultados conseguidos en el campus de Bathalapalli impulsaron su aplicación en otro centro en Kanekal. De su estancia destaca “las caras de alegría de estos jóvenes cuando se dan cuenta de que ellos también pueden hacer las tareas que hasta ahora solo habían visto hacer a sus padres”.  

 

¿Qué particularidades tiene el proyecto de Capacitación Profesional de Kanekal?

Decidimos abrir este nuevo proyecto basándonos en los buenos resultaos obtenidos durante años en el campus de Bathalapalli, en el cual se enseñan tareas de horticultura, mantenimiento, cocina, yute o lavandería. Uno de los objetivos del proyecto de capacitación profesional es intentar que cada vez más chicos y chicas con discapacidad intelectual tengan la oportunidad de formarse en diferentes oficios y conseguir que progresivamente sean más autónomos e independientes.

A la hora de plantear el proyecto en Kanekal teníamos claro que debía estar enfocado totalmente al desarrollo de tareas agrícolas y ganaderas, principal forma de subsistencia de la zona y ocupación de las familias de estos menores.  La implantación del curso ha fluido de manera muy sencilla y eficiente, gracias a la buena comunicación con el personal local. Desde el primer día me han hecho sentir como en casa.

 

¿Cómo es vuestro día a día en el centro de Kanekal?

Empezamos el día con una hora de yoga, algo que nos ayuda a todos a iniciar el día con calma y buena energía. Durante la mañana realizamos las formaciones, en las que intentamos dar mucho más peso a la parte práctica que a la teórica.  Para ser más efectivos y tener más tiempo de atención con cada uno de ellos los solemos dividir en grupos pequeños. 

Intentamos que los chicos y chicas roten cada día por los diferentes talleres y que ellos mismos realicen todas las tareas para que ganen confianza en sí mismos. También intentamos que los aprendizajes no sean monótonos y aburridos sino que tengan un aprendizaje progresivo y continuo.

 

¿Cómo haces frente a dificultades como pueden ser el idioma o las diferencias culturales?

Es verdad que la comunicación ha sido difícil en algún momento. Solo hay dos chicos del grupo que entiendan  alguna palabra en inglés, lo que me ha servido para que me enseñaran algunas palabras en telugu, el idioma local.  Además algunos chicos solo hablan en lengua de signos. Al principio era más duro, pero ahora, después de varios meses, nos hemos llegado a conocer muy bien y no nos hace falta ni hablar en el mismo idioma. Casi siempre entiendo lo que me quieren decir.

Creo que las personas que nos dedicamos a esta profesión debemos tener una doble empatía, una sensibilidad especial, vocacional y estar dispuestos a entregarnos con total dedicación. Creo firmemente que los beneficios y la gratificación que se obtienen trabajando con estos chicos superan cualquier tipo de dificultad.

 

¿Por qué crees que son importantes proyectos como el de Capacitación Profesional en el que has estado trabajando?

Principalmente son importantes porque ayudan a acabar con la discriminación que sufren las personas con algún tipo de diversidad funcional en zonas tan rurales y empobrecidas como las de Anantapur. Creemos en la importancia de un aprendizaje en el presente que se traduzca en la posibilidad de un futuro autónomo, independiente e integrado en la sociedad.

Tareas como las de limpiar y cultivar el huerto, cuidar, alimentar u ordeñar el ganado de búfalas, aprender electricidad o carpintería tienen una importancia fundamental para que estos jóvenes se ganen el respeto de sus familias y de sus comunidades. Estos jóvenes pertenecen en su mayoría a familias campesinas que dependen del campo para sobrevivir. Ver que sus hijos e hijas también pueden ordeñar una búfala o limpiar una cabra llena de orgullo a las familias y refuerza la autoestima de estos chicos y chicas.   

 

Además, junto a los talleres, recientemente hemos dado mucha importancia a las actividades de la vida diaria y a protocolos de seguridad. Estas dos nuevas aportaciones son un valor añadido para estos jóvenes dado que les complementa en su formación y en su vida diaria.

Texto: Anna López y Fátima Yrayzoz