¿Por qué apadrinar es más importante que nunca?

En 1937, un periodista británico desplazado en España llamado John Langdon-Davies encontró un niño con un cartel en el que estaba escrito un mensaje: “Este es José. Cuando Santander caiga, yo estaré muerto. Quien le encuentre, le ruego que cuide de él”. Conmovido por el suceso, crea casas de acogida para niños huérfanos con donaciones de ciudadanos británicos que se convirtieron en padrinos de estos niños. Así que fue en España donde surge por primera vez el concepto de apadrinamiento. Langdon-Davis fundó años más tarde una ONG. La idea se popularizó entre otras entidades sin ánimo de lucro. Era una manera de impedir que el ciclo de pobreza se acabara reproduciendo generación tras generación.
Apadrinar es una manera de conectar con el proyecto de desarrollo a través de los ojos de los niños y niñas que, con el vínculo que se crea, nos cuentan directamente cómo avanza su familia
Hoy el mundo de la cooperación ha cambiado y algunas personas consideran la fórmula del apadrinamiento demasiado paternalista y un tipo de cooperación muy vertical, que sigue marcando la ayuda del norte al sur. Pero en realidad no es así. Apadrinar es una manera de conectar con el proyecto de desarrollo a través de los ojos de los niños y niñas creando una confianza que nos permite saber cómo avanza su familia y su comunidad. Porque ya no se trata de ayudar solo al pequeño o pequeña, eso crearía desigualdades en su aldea, sino que el apoyo sirva para mejorar la situación de toda la comunidad. El apadrinamiento garantiza que ese menor va a estudiar y va a recibir la atención sanitaria que necesita, pero además, parte de la colaboración va a un fondo común para que la aldea pueda ejecutar planes en base a sus necesidades: crear una carretera, un centro comunitario para reforzar los estudios o donde se reunirán las mujeres para crear lazos de sororidad y debatir sobre igualdad o electrificar el pueblo. Así que apadrinar es comprobar de primera mano, a través de las cartas que el pequeño escribe con sus padres, cómo todo ello se está haciendo realidad gracias a tu aportación.
La estabilidad financiera que proporciona el apadrinamiento ayudará a consolidar proyectos de desarrollo para la recuperación tras la crisis sanitaria
Esta pandemia ha provocado la peor recesión económica después de la II Guerra Mundial y, ¿quién va a pagarlo más? Los más pobres, como siempre. En la India 280 millones de niños han dejado las escuelas por los distintos confinamientos decretados en los casi dos años que dura. Un alto porcentaje de ellos no volverá a pisarla porque sus familias necesitarán que trabajen para salir adelante. La falta de escolarización favorece también las condiciones para que una menor contraiga matrimonio, una práctica que ha ido reduciéndose en la India, pero que podría dispararse en este contexto de crisis económica. Apadrinar les devolverá al circuito de la educación y de las posibilidades de tener un futuro. Por eso apadrinar es más importante que nunca.
En la India rural hemos avanzado mucho y, por primera vez, sentimos la amenaza de la recesión por culpa de la crisis de la COVID. Para nuestra organización, como para todas aquellas que tienen un modelo de cooperación basado en el trabajo en red con las comunidades locales, la estabilidad financiera que nos proporciona el apadrinamiento garantiza la creación y consolidación de nuestros proyectos en terreno, además de asegurar que haya un niño y una niña que podrá elegir su propio futuro.
En la Fundación Vicente Ferrer buscamos 3.000 amigos invisibles que apadrinen. ¿colaboras?