Sin agua no hay educación

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El agua también hace fluir la educación. Cuando falta agua en el pueblo de Kodipalli, un lugar con recursos naturales muy limitados, los estudiantes desaparecen de las aulas.

Jayalakshmi, profesora de la escuela suplementaria de la Fundación en esta aldea, ha llegado a quedarse sin alumnado durante semanas. “Tenemos que caminar tres o cuatro kilómetros para encontrar agua. Vamos con una garrafa de 20 litros cada uno y todos los niños y niñas tienen que acompañar a sus familias. Eso significa que no vienen a clase y, si lo hacen, vienen muy cansados y rinden menos”, cuenta.

Profesora


Tener la menstruación con escasez de agua 
Jubeda, una joven alumna, explica cómo le afectan los cortes de agua que ha sufrido en el centro educativo en el que también reside: “Parece algo obvio, pero hasta que no vives la escasez de agua no eres realmente consciente de su importancia. Además de no poder beber ni cocinar, hay cosas de las que nadie habla: cuando tenemos la regla, necesitamos más agua para cambiarnos de compresa, mantener una buena higiene o lavarnos las manos. Sin agua, somos más propensas a padecer infecciones y sarpullidos”.

Sabe muy bien de lo que habla por los cortes de agua prolongados a causa de la sequía, una situación que se traduce en el abandono escolar de muchas adolescentes como ella.

Alumna

La crisis del agua va mucho más allá de las graves consecuencias en el campo y en la alimentación que todos conocemos. El abandono escolar en zonas empobrecidas es un efecto más silencioso pero igual de devastador, ya que si los menores sin recursos dejan de estudiar sus posibilidades de futuro y de romper con el círculo de la pobreza se merman.

Dar respuesta a la crisis hídrica es vital para asegurar el futuro de miles de niñas y niños en el mundo.